miércoles, 3 de junio de 2020

Pablo Neruda

El miedo

Todos me piden que dé saltos,

que tonifique y que fútbol,

que corra, que nade y que vuele.

Muy bien.

Todos me aconsejan reposo,

todos me destinan doctores,

mirándome de cierta manera.

¿Qué pasa?

Todos me aconsejan que viaje,

que entre y que salga, que no viaje,

que me muera y que no me muera.

No importa.

Todos ven las dificultades

de mis vísceras sorprendidas

por radio terribles retratos.

No estoy de acuerdo.

Todos pican mi poesía

con invencibles tenedores

buscando, sin duda, una mosca,

Tengo miedo.

Tengo miedo de todo el mundo,

del agua fría, de la muerte.

Soy como todos los mortales,

inaplazable.

Por eso en estos cortos días

no voy a tomarlos en cuenta,

voy a abrirme y voy a encerrarme

con mi más pérfido enemigo,

Pablo Neruda.


Soneto 22

Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,

sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,

en regiones contrarias, en un mediodía quemante:

eras sólo el aroma de los cereales que amo.

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa

en Angola, a la luz de la luna de junio,

o eras tú la cintura de aquella guitarra

que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.

Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.

En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.

Pero yo ya sabía cómo era. De pronto

mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:

frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.

Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

Un poema que trata del recuerdo del amor, un amor que, posiblemente, no sea correspondido. Se puede seguir amando a pesar del tiempo y la distancia, se puede estar enamorado sin ver, sólo con los recuerdos y la esperanza. Es la fuerza del corazón.


Si tú me olvidas

Quiero que sepas una cosa.

Tú sabes cómo es esto:

sí miro la luna de cristal, la rama roja

del lento otoño en mi ventana,

sí toco junto al fuego la impalpable ceniza

o el arrugado cuerpo de la leña,

todo me lleva a ti, como si todo lo que existe,

aromas, luz, metales, fueran pequeños barcos que navegan

hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien, si poco a poco dejas de quererme

dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto me olvidas no me busques,

que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco

el viento de banderas que pasa por mi vida

y te decides a dejarme a la orilla

del corazón en que tengo raíces,

piensa que, en ese día,

a esa hora levantaré los brazos

y saldrán mis raíces a buscar otra tierra.

Pero si cada día,

cada hora sientes que a mí estás destinada

con dulzura implacable.

Si cada día sube

una flor a tus labios a buscarme,

ay amor mío, ay mío,

en mí todo ese fuego se repite,

en mí nada se apaga ni se olvida,

mi amor se nutre de tu amor, amada,

y mientras vivas estará en tus brazos

sin salir de los míos.

A veces, encuentras a esa persona que te da un vuelco al corazón, que hace aflorar emociones que pensabas que era imposible sentir. Tu vida cambia por completo, y tu vida se convierte en la vida de esa persona que amas con locura, con auténtica locura. Sabes que, si esa persona vuelve, volverás a sentir lo mismo, pero no es así y debes aceptarlo.



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