El miedo
Todos me piden que dé
saltos,
que tonifique y que fútbol,
que corra, que nade y
que vuele.
Muy bien.
Todos me aconsejan
reposo,
todos me destinan
doctores,
mirándome de cierta
manera.
¿Qué pasa?
Todos me aconsejan
que viaje,
que entre y que
salga, que no viaje,
que me muera y que no
me muera.
No importa.
Todos ven las
dificultades
de mis vísceras
sorprendidas
por radio terribles
retratos.
No estoy de acuerdo.
Todos pican mi poesía
con invencibles
tenedores
buscando, sin duda,
una mosca,
Tengo miedo.
Tengo miedo de todo
el mundo,
del agua fría, de la
muerte.
Soy como todos los
mortales,
inaplazable.
Por eso en estos
cortos días
no voy a tomarlos en
cuenta,
voy a abrirme y voy a
encerrarme
con mi más pérfido
enemigo,
Pablo Neruda.
Soneto 22
Cuántas veces, amor,
te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu
mirada, sin mirarte, centaura,
en regiones
contrarias, en un mediodía quemante:
eras sólo el aroma de
los cereales que amo.
Tal vez te vi, te
supuse al pasar levantando una copa
en Angola, a la luz
de la luna de junio,
o eras tú la cintura
de aquella guitarra
que toqué en las
tinieblas y sonó como el mar desmedido.
Te amé sin que yo lo
supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías
entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo
era. De pronto
mientras ibas conmigo
te toqué y se detuvo mi vida:
frente a mis ojos
estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los
bosques el fuego es tu reino.
Un poema que trata del recuerdo
del amor, un amor que, posiblemente, no sea correspondido. Se puede seguir
amando a pesar del tiempo y la distancia, se puede estar enamorado sin ver,
sólo con los recuerdos y la esperanza. Es la fuerza del corazón.
Si tú me olvidas
Quiero que sepas una
cosa.
Tú sabes cómo es
esto:
sí miro la luna de
cristal, la rama roja
del lento otoño en mi
ventana,
sí toco junto al
fuego la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo
de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas
que me aguardan.
Ahora bien, si poco a
poco dejas de quererme
dejaré de quererte
poco a poco.
Si de pronto me
olvidas no me busques,
que ya te habré
olvidado.
Si consideras largo y
loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides a
dejarme a la orilla
del corazón en que
tengo raíces,
piensa que, en ese
día,
a esa hora levantaré
los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.
Pero si cada día,
cada hora sientes que
a mí estás destinada
con dulzura
implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios
a buscarme,
ay amor mío, ay mío,
en mí todo ese fuego
se repite,
en mí nada se apaga
ni se olvida,
mi amor se nutre de
tu amor, amada,
y mientras vivas
estará en tus brazos
sin salir de los
míos.
A veces, encuentras a esa persona
que te da un vuelco al corazón, que hace aflorar emociones que pensabas que era
imposible sentir. Tu vida cambia por completo, y tu vida se convierte en la
vida de esa persona que amas con locura, con auténtica locura. Sabes que, si
esa persona vuelve, volverás a sentir lo mismo, pero no es así y debes
aceptarlo.
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